Psicólogos cognitivos determinaron que el cerebro tiene dificultades para procesar correctamente el placer que nos produce el beso si permitimos que otros estímulos ingresan a nuestro cerebro a través de los ojos.
«Cerrar el paso a la entrada visual deja más recursos mentales para centrarse en otros aspectos de nuestra experiencia» al besar, explicó la investigadora Polly Dalton, de la Universidad de Londres, respecto de lo que habitualmente hacemos cuando besamos a alguien.
La explicación, por cierto, puede sonar pueril, pero los psicólogos de esa casa de altos estudios determinaron que, sencillamente, si mantenemos los ojos abiertos la experiencia de besar puede no ser tan placentera, ya que el cerebro tiene dificultades para procesar las sensaciones concurrentes si el poder cognitivo también está siendo utilizado para analizar lo que se visualiza.
Básicamente, porque a nuestro cerebro le cuesta horrores realizar dos tareas de ese tipo a la vez…
Vale advertir que los psicólogos cognitivos londinenses llegaron a esa conclusión sin estudiar a gente besándose, sino a un grupo de personas a las que se les realizaba pruebas visuales mientras se medía su respuesta ‘táctil’ cuando algo tocaba sus manos.
Dalton indicó que los resultados de esas pruebas «podrían explicar por qué cerramos los ojos cuando queremos centrar la atención en otro sentido: cerrar el paso a la entrada visual deja más recursos mentales para centrarse en otros aspectos de nuestra experiencia», por ejemplo, al besarnos.