Las convicciones políticas opuestas muy profundas y arraigadas son una amenaza seria en la estabilidad de una pareja. No es solo el aspecto puramente político del asunto sino todo aquello que una ideología arrastra y que compromete varios aspectos de la vida diaria y de las decisiones a tomar entre dos.
Aspectos como la educación del los hijos (privada o pública), salud sexual, eutanasia, aborto, leyes de inmigración, leyes laborales, impuestos, políticas sobre la mujer son suficientemente sensibles como para constituir un enfrentamiento entre dos que disienten apasionadamente.
Cada uno con su equipo… ¿o no?
Generalmente nos atrae y nos enamora una persona con la cual compartimos puntos de vista, sueños, planes y posiciones ante la vida. Es muy común entre los solteros escuchar: «Es interesante pero es Republicano», «Me gusta mucho, lástima que es anti K», «Qué pena que sea del PP, si no, la invitaba a salir».
¿Es una exageración privarse de conocer a otro con el cual sentimos afinidad en muchos otros aspectos, solo porque es políticamente incompatible con nuestro pensamiento político? Bueno, la respuesta está en el grado de fanatismo que tengamos y en la capacidad de respetar las individualidades del otro.
Un matrimonio entre afines políticos y religiosos no tiene por qué ser más exitoso que el de una pareja mixta, pero sí que esta última relación, para llegar a buen puerto , tiene que tener un nivel de tolerancia y comprensión más elevado que el primero.
Consejos para la buena convivencia entre enemigos políticos
1. Estás convencido de lo que piensas. Lo sientes verdadero. Es lo que realmente consideras bueno para ti y tu país. ¿Sientes cómo se hincha tu pecho cuando lo piensas? Bueno… tu pareja siente exactamente lo mismo. Si amas y respetas en otros órdenes de la vida, hazlo en este también.
2. No es que no debas hablar de política con tu pareja. Seguro que hay aspectos que, aún desde posiciones encontradas, comparten. Como el interés en el bienestar del país, el sentimiento de afecto nacional y otras cosas. Lo que difiere es el modo en que cada uno considera que hay que administrarlo. Puedes charlar tranquilamente, incluso puede ser enriquecedor. Simplemente sepan parar cuando hay un punto oscuro o de no retorno.
3. La política es un tema que siempre lleva a la pasión. No discutas de política con tu pareja cuando estás estresado, irritado o, incluso, simplemente cansado.
4. No descalifiques a terceros por cuestiones políticas. Ten en cuenta que tu pareja pertenece a ese grupo que denostas y puede sentirse agraviado.
5. En el caso de elecciones, no burles o critiques al contrario en caso de que la victoria sea de tu elección política. Si eres el perdedor, permite que tu pareja esté satisfecho con su victoria. En este caso su alegría no es la tuya, pero sigue siendo la persona que amas.
6. Deja la política FUERA del dormitorio. La pasión que enciende apaga la pasión sexual.
7. Diálogo, compromiso y diplomacia. Si vas a compartir tu vida con un enemigo político, lo primero que vas a tener que aprender el es ABC de la diplomacia. Tienes que conseguir que tu hogar sea terreno neutral aún incluyendo dos potencias antinómicas. Una buena idea es escribir un decálogo de normas dentro de la casa que sirvan para mediar y morigerar cuando las discusiones tomen demasiado vuelo.
8. Los hijos no son ni de un partido ni del otro. Ellos deben tener su propio pensamiento político que, seguramente, va a ser muy amplio y rico si el hogar donde crecen se rige por las normas que hemos descrito hasta ahora.