Mediante una iniciativa de sus socios, el Rotary Club Santa Teresita hizo entrega de tres sillas anfibias a los guardavidas de Santa Teresita y Las Toninas para sumarlas de este modo a las que la Municipalidad de La Costa cuenta para su Operativo de Seguridad en Playa, con el fin de que las personas discapacitadas puedan cumplir su deseo de ingresar al mar.
En la entrega estuvieron presentes autoridades de la institución con el acompañamiento permanente de la Municipalidad de La Costa a través del Secretario Privado, Cristian Escudero, el director de Instituciones Intermedias, Fernando Ruggiero, y los concejales Matilde Brenes y Claudio Pombo.
Fue una tarde a emotiva la que se vivió en el Parador Municipal de Santa Teresita, especialmente cuando un hombre discapacitado llegó hasta la orilla del mar en un viernes a pleno sol en La Costa. “Pensamos que todos tenemos que tener la misma posibilidad de ingresar al mar y por eso encaramos la construcción de estas tres sillas, para esta primera etapa. Dos serán destinadas para el Parador Municipal de Santa Teresita y la restante para la bajada de calle 32, en Las Toninas”, dijo el presidente de la institución, Ricardo Fracasso.
“La idea es que queden en los Paradores y el que quiera utilizarla, que la tenga siempre a su disposición. Estarán aquí hasta marzo, luego vuelven al Rotary para acondicionarlas y en diciembre, otra vez a la playa”, agregó el titular del Rotary Club Santa Teresita, que agradeció el acompañamiento de la Municipalidad de La Costa.
Las sillas anfibias, que se sumarán a las que ya cuenta la Municipalidad, fueron construidas por socios de la entidad: Horacio Curbelo y “Cholo” Faccini, en un proyecto capitaneado por Horacio Rosenthal, quien destacó la importancia de la presencia de funcionarios municipales y de los medios de comunicación. “El acompañamiento de la Municipalidad de La Costa y la difusión de lo que hacemos es fundamental para que esto llegue a todo el mundo”, remarcó.
Por su parte, “Cholo” Faccini, reconocido preparador de autos de carrera de La Costa, dijo que la construcción de las sillas anfibias fue casi como armar un coche: “Empezás por el chasis y está listo cuando tenés al piloto dentro del auto. Bueno, hoy el piloto fue este hombre que pudo al fin meterse al agua”. Curbelo destacó además la emoción que tenía la persona que utilizó la silla anfibia por primera vez. “Lloraba de emoción y la gente aplaudía. Para nosotros fue el mejor día de nuestras vidas, porque pudimos ofrecer estas sillas. Muchas veces recibimos más de lo que damos. Hoy fue a la inversa y esto nos llena de felicidad”, puntualizó.